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miércoles, 5 de enero de 2011

TAPIA

1


Que la pared blanca y desnuda

sea en realidad una Obra intacta

lo sabe cualquier crítico de arte,

pero mi vecino –plomero iconoclasta,

herético censor de cuanto mana–

empotra sus artefactos cada noche

en busca de averías,

                vestigios familiares

o algún cuento prefabricado de Poe.



2

¿Qué sostiene un clavo sino la pared misma?

Dudo que la fuerza de gravedad o la blancura

puedan espolear la fotografía de mi abuelo,

              o mantenerla en vilo

sin necesidad de una prótesis vertebral.

También él sufre cada noche

el martilleo de al lado con estoica parálisis,

indefenso ante la avanzada de concreto

que lo condena a sufrir como cualquier civil:

expuesto siempre a los descalabros.



3

Que fue herido, sí. Que combatió, quién sabe.

Para evitar el deterioro de su imagen

(pues uno aprende algo de la historia)

en lugar de su foto cuelgo una máscara de huehue,

                     un revólver

                                  y unas insignias oxidadas.

Así, cuando la estética vecinal se abra paso

entre toneladas de varillas y cemento,

              un boquete delator

                           le rendirá merecidas honras.

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