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lunes, 31 de mayo de 2010

Chatterton: la lívida impostura


Chatterton: la lívida impostura


La biografía de Thomas Chatterton no es muy diferente de la de otros poetas románticos del siglo XVIII. Acaso agregaríamos que su figura trascendió no tanto por los esfuerzos detectivescos de la historia y la crítica literaria, sino por su faz lívida y desamparada que supo retratar Henry Wallis en 1856, donde se observa al joven poeta exánime sobre un camastro, con una ventana abierta al fondo donde trasluce la marea de tejados de un Londres brumoso, y un baúl situado al pie de la cama que rebosa de papeles olvidados. Esta imagen habrá de perdurar hasta hoy, sin que haya habido muchos intentos serios por rescatar y ubicar en su dimensión real al Gran Impostor [Ver texto completo en página titulada "Chatterton"].

sábado, 1 de mayo de 2010

Tres traducciones

La Lety
Michele Serros

Sus dedos sostienen alzado el párpado

mientras dibuja una línea oscura

en sus gruesas cejas;

casi siempre tarda

una hora en embellecerse:

     –“¿Sabes lo que eres?”,

me pregunta a través del espejo:

     –“Un chicana falsa”.

     –“Michele, no dejes que nadie

se orine sobre ti; practica tu español a solas

o jamás te darán buenos precios en el supermercado”.

     –“Hispana homogeneizada,

eso es lo que eres”.


Su nombre es Leticia,

pero para mí es La Lety,

así, a secas.

Hace años solíamos andar en bicicleta,

pero ahora pasan a recogerla a casa

muchachos o viejos,

en autos lujosos o destartalados,

recién pintados o pintarrajeados,

pulidos o mugrientos.


Una vez lejos, ella se monta

sobre los chicos, los cabalga desenfrenadamente

hasta que termina con su minifalda arrugada,

apretando la funda de los asientos

y arañando el parabrisas empañado.


Ella es mi sister, mi mejor amiga.

Por eso todas las noches

después de cenar apago la tv,

me desnudo y con los ojos cerrados

escucho sus carcajadas juveniles

mientras un viejo automóvil

se estaciona...


Y me quedo horas esperando,

esperando

hasta que La Lety

                       entra a casa.



Béisbol
Richard Eberhart

¡Out en primera! El jugador corrió más rápido

Para alcanzar la segunda base, pero ya no pudo

Seguir ni volver sobre sus pasos.

Salió disparado de la primera empujado por un deseo natural

De correr, de seguir avanzando.

Cuando uno corre a tirones para tocar la siguiente base

No necesariamente piensa en llegar a home;

Uno siempre quiere continuar, alcanzar otro sitio

Aunque ya lleve el alma desbocada

Antes de llegar a su destino.

El hecho es que la mente siempre lleva la delantera

Cuando los músculos apenas empiezan a desperezarse.

¡Out en primera! Tenso, dirigiéndose hacia segunda base,

Sintió por un momento la realización total en sus piernas

Tratando de ganarle al tiempo.

Uno se impulsa desde atrás creyéndose vencedor

Como, incluso, se esforzaría por vencer a la muerte,

Seguro de ganarle al tiempo y recobrar la niñez:

Ese lugar extraño por el que pasamos sin ver.


Lo que debes saber para ser poeta
(Versión libre de un poema de Gary Snyder)

debes saber los nombres de los animales y las personas

de los árboles, flores y yerbas


los nombres de las estrellas

y los movimientos de los planetas y las lunas


debes tener tus sentidos en vela

y la mente despabilada y alerta


saber al menos algo de magia tradicional

de adivinación, de astrología


conocer el libro de las mutaciones y el tarot


interpretar los sueños y el resplandor

de sus demonios engañosos


debes saber diferenciar al asno del gallo

a dios del diablo


a una bruja harapienta de una virgen perfumada––


haber amado a las esposas de tus amigos

y a las amigas de tu esposa


memorizar los juegos infantiles

las tiras cómicas y los sabores de los chicles


resistir la sed en las horas del trabajo deprimente

vivir y amar hasta el hartazgo


extasiarte en la libertad de una danza salvaje

y encenderte de cuerpo entero en breves destellos solitarios


debes saber que la poesía es un peligro real, tangible

un juego inocente al borde del abismo.