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martes, 16 de febrero de 2010

De fama infame

Raquitismo luciente bajo los arcos de las Cejas.


¿Qué piedra, abstraída o enquistada,

deforma la traza mórbida de la Silueta?

Sépase que la causa de tanto desparpajo

a la hora de instaurar la razón

es la conjura del Vulgo raquídeo,

un insidioso despertar de las neuronas

que electrizan el aura

de Nuestra Señora de la Realidad.


Insigne hilachura,

mentada madre de todo significante:

¿qué hay de tuyo no-real, adulterado,

¿qué de sí el bulto feble de tus “representaciones”?

Allá esas pulgas cerebrales,

allá esos piojos meníngeos.


Yo la verdad me siento bien

con este encarnado óxido y sin aquella mano;

medio premoderno de la cintura para abajo

––seña particular es este tosco mulo

que se me encaja en la pelvis

y me tira por todos los meandros––;

disgustadamente enjuto de los hombros

por aquello de “los tiempos que nos tocó vivir”.


Cierto aire melindroso desaliña

a unos cuantos hijos de algo

para quienes da lo mismo no querer acordarse

del Lugar o no poder, sufrir de acromegalia

o engreírse frente a la chatarra imaginaria.


Porque uno se puede meter a varón,

a revanchista; codearse con su otro

(lo dije una vez y me corrijo:

la otredad es algo que no poseo

y clínicamente sería un error ambicionarla);

andar por la vida

como cualquier Quijote de Porrúa;

porque uno puede, debería,

pese a lo esmirriado, a la enclenque Figura,

embestir las paredes los cuadros los libros,

desacralizar el souvenir de Alcalá,

desenfundarse el palo de la escoba en vela.



A mí me son torcaces sus dicterios,

plumífera su escombrosa racionalidad.

Yo me siento bien y dejo que en mi brazo

se adensen amadises, galaores;

tiro la mano y escondo la pluma,

cierro el paso en mis arterias

a la cabalgata de mostrencas neuronas.


Y esta retorcida obsesión

de andarse siempre por fuera,

¿no la pudo evitar la fluoxetina?

Simularse cuerdo es incurrir en negligencia,

pues sólo quien tolera el diagnóstico

no finge a la hora de llamar a las cosas

por su nombre: Largo y Ancho.


Allá sus piojos, allá sus pulgas.


No quiero que me salgan al paso crisis de identidad.

Sólo veras festejo:

soy piedra –pienso– que se abstrae.

1 comentario:

Miss Amparo dijo...

Yo también le pido a Nuestra Señora de la Realidad que continúe "De fama infame"